Julia Margaret Cameron (1815-1879)
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, 04/06/11 at 09:07:49 (8872 Visitas)
"Algunos de esos retratos valdrían por si mismos ante cualquier tribunal para condenar a sus modelos por maleantes y vagabundos”
(Photographic News, 1868).
Tenía casi 50 años cuando le regalaron una cámara para que se divirtiese. Quizá lo mucho que se divirtió fue la causa por la que rompió casi todas las reglas de la fotografía de su época, cuando los fotógrafos -estamos en el siglo XIX- buscaban imitar a los pintores, en la técnica y en los temas. Ella también lo hizo: también pintó, como sabía, alegorías mitológicas y religiosas.
The Parting of Sir Lancelot and Queen Guinevere. Una muestra de las alegorías artúricas
Pero hizo más. Entre otras cosas, treinta años antes de tener su primera cámara, su correspondencia con Sir John Herschel le suscitó interés por el medio en ciernes. Al fin y al cabo, ese matemático, ese astrónomo, también inventó la cinotipia y acuñó los términos fotografía, negativo y positivo.
Lo que ocurre es que Cameron no fotografió solo escenas alegóricas. También retrató a muchas mujeres, siempre invisibles. Y a muchas personas ilustres: Virginia Woolf -para que una mujer escriba solo ha de tener algo de dinero y una habitación propia- era su sobrina nieta. Su primer éxito fue una niña. Annie, se llamaba. Después de muchísimos intentos fallidos, le explicó lo que ocurría si se movía: despilfarraría mucho esfuerzo y muchos productos químicos. Le salió bien.
My First Success. Annie.
A pesar de lo que dijeran sus academicistas contemporáneos, esta mujer sigue estando considerada una de las mejores retratistas de la historia. Sus retratos son "troppo vero", demasiado verdadero, como le dijo el papa Inocencio X a Velázquez. Son caras que transmiten, porque solo se centra en los rostros.
Ellen Terry a los 16 años.
Henry Taylor.
En la época en la que Cameron fotografió, los retratos eran una forma de mostrar al mundo el status social del retratado: fondos con motivos florales, plano medio o cuerpo entero con infinitos detalles, retoque para suavizar las facciones (sí, se hacía desde los inicios). Y mientras, con su cámara para paisaje, ella buscaba el claroscuro de Rembrandt. Porque la cámara no servía para documentar. La cámara servía para crear arte.
Sir John Herschel.
Charles Darwin.
Un día se equivocó. Con el foco. Lo puso donde no era o donde no debía ser. El resultado le gustó tanto que lo utilizó mucho más. “¿Qué es el foco -se preguntó- y quién tiene derecho para afirmar cual es el más legítimo?”. Sus exposiciones eran largas, de todos modos. De siete segundos en placas de 30x40 cm.
'Call, I follow, I follow, let me die!'
Beatrice.
Lewis Carroll, que fue su amigo, y que también era fotógrafo, además de matemático y escritor, veía sus hallazgos como pintorescos. Pero no artísticos. Eso sí: Víctor Hugo le dijo: “Nadie ha capturado y usado los rayos del sol como usted lo ha hecho. Me postro a sus pies”. Victor Hugo.
La sacó del olvido Alfred Stieglitz.
Pueden ver sus obras en muchos museos, pero en la Isla de Wight, a donde se mudó para vivir cerca de lord Alfred Tennyson, el poeta, está Dimbola.
Bibliografía.
Annals of my glass house; 1874; Julia Margaret Cameron.
Julia Margaret Cameron 1815-1879; Mike Weaver. Edit NYGS.
Julia Margaret Cameron, her life and photographic work, an aperture monograph; Helmuth Gernsheim. Edit FRASER.
Julia Margaret Cameron's Women. Professor Sylvia Wolf.
Julia Margaret Cameron. Joanne Lukitsh.
Enlaces.
Caborian.
Same Dimanche.
University of Rochester.
Wikipedia.