Ver Feed RSS

¡Mierda, otra vez la ISO!

Giga por liebre

Valorar Entrada
En 1998, un equipo informático doméstico, tirando a puntero, solía incorporar un disco duro de tres Gigabytes. Este tipo de discos, de interfaz IDE UltraDMA-33 podía valer 20000 pesetas -unos 120 euros-. Y la gente te miraba con cara de "¡¡dónde vas con ese pepino!!".
Por aquél entonces, la instalación de Windows 98 -calentito y recién lanzado al mercado- ocupaba 300 megabytes en disco y la memoria virtual, usualmente el doble de la memoria RAM, entre 64 y 128 megabytes. Tener más de 32 megabytes de memoria RAM te hacía parecer más élite ante tus amigos -y más raro ante los demás. Raro chungo, además. Entonces no existían términos cariñosos como freak o geek en nuestro país-.

Conseguir software era tarea compleja en aquellos duros años. Internet no entraría en la sociedad hasta dos años después y las grabadoras de CD aún andaban por las 2x de velocidad y las 80000 pesetas. Hasta Vicente tenía que recurrir al PCJoya su primo. Y los que no teníamos primo, o éramos el primo nosotros mismos, mayormente tirábamos de la PC Actual y sustituíamos el Photoshop 3.0 por el Paint Shop Pro, joven aplicación shareware de JASC Software, que unos años después compró la otrora todopoderosa Corel.

Ah, el PcJoya...ese oscuro objeto del deseo. Diez o doce aplicaciones del momento, entre ellos el Photoshop 3.0 y 'fotos porno' para rellenar. Para rellenar y como para parar un tren, que en 300 megas que sobraban del CD entraban fotos para dejar sin crema Nivea al seguidor más acérrimo de los dictados de Onán.
Muchos entendimos las ventajas del formato JPEG y la compresión de datos, gracias a su contenido. Ríase usted del constructivismo de Piaget. Recuerdo un profesor que, mientras me preguntaba si era el PcJoya lo que tenía metido en el lector de CD, en lo que se podría considerar una respuesta pavloviana autoinducida, su mandíbula parecía desencajarse y sus ojos se volvían blancos, cual Duque de Feria en clase de gimnasia.

Esto, a lo que iba.

Total, que después de meterle el Office 97, el Photoshop 3.0 o el Paint Shop Pro, el lanzador de la enciclopedia Encarta, el AND Route 97, el Turbo Pascal 7 y el Visual Basic 4.0, habías usado alrededor de un gigabyte.

¿Alguien echa en falta algún reproductor multimedia? Efectivamente y no. Por entonces, el MP3 estaba en pañales y el DivX aún en la cabeza de algún universitario pakistaní del MIT. Los microprocesadores Intel Pentium II 233/266 eran lo máximo y aún así no daban para tanto. Todo va ligado: Sin conexiones para descargar, sin discos capaces de almacenar tales cantidades, ni grabadoras de CD para guardarlos en la tarrina, ni procesadores y memorias capaces de reproducir audio/vídeo comprimido a la vez que escribías un documento de Word, con el reproductor de Windows ibas sobrado, para oir tus cd's de música o ver los vídeos en MPEG a 240x160 de Pamela Anderson y Tommy Lee en su barquito. Los gruñidos metálicos del mostrenco, metalizados por aquel primitivo códec de audio, se grabaron a fuego en mi adolescente e impresionable retina.

Como decía -joder, cómo estoy hoy-, usabas menos de un gigabyte para lo básico del sistema y, el resto, para ir tirando. La instalación del Age of Empires, Quake II, Carmaggedon y Starcraft; las prácticas del laboratorio de química, los apuntes de informática, justificantes de "hoy no he ido a clase por una rara afección anal que contraje en mi reciente viaje a Sao Paulo", avisos de reunión de vecinos para tu padre, el presidente de la comunidad; tus cuatro proyectos de VB y Pascal, las fotos escaneadas de la última excursión, sabiamente manipuladas con Paint, para que Vicente apareciese guillotinando a Francis en el parque de atracciones y las otras fotos, que el PcJoya había que devolverlo recursivamente, hasta que volviera al primo de turno, legítimo dueño de tan preciado y manoseado tesoro.

Y con eso nos apañábamos, señoras y caballeros. ¿Pa' qué quieres más pa' tus estudios? Me decía mi padre. Aunque yo tuve que "estudiar" con eso hasta el 2001, pero eso es otra historia...

Esta introducción al contexto socio-tecnológico de finales de los 90, -sui géneris donde las haya; pero es lo que hay, muchacho-, es fundamental para entender lo que quiero explicar a continuación.

Los fabricantes de discos duros y memorias, usan la forma de medir capacidades y tasas de transferencia que les conviene, debido a la diferencia existente entre un gigabyte métrico (1000 megabytes) y un gigabyte binario (1024 megabytes). La explicación detallada de este tema, se puede consultar en la Wikipedia.


¿Qué supone esto?
En 1998, poco, a efectos prácticos. Comprabas un disco duro de 3 gigabytes y el sistema operativo lo reconocía como de 2,79 gigabytes. Perdías 210 megas. Claro que 210 megas no eran nada despreciables. Un buen margen para usar como memoria virtual, cuando se nos acaba la memoria física.

En 2008, la cosa cambia. Hoy compras un disco duro de 500 gigabytes y la capacidad reconocida es de 465,66 gigabytes. Pierdes más de 35 gigabytes. 35 gigabytes es lo que -siguiendo esa misma regla- tiene mi reproductor de MP3, por poner un ejemplo. Así que no es baladí.

En realidad, no están dando gato por liebre. Ellos siempre se escudarán en que usan el gigabyte métrico y no el binario. Pero, a la hora de la verdad, la unidad que importa es el gigabyte binario, por mucho que el Sistema Internacional diga lo contrario.

Así que, como conclusión a toda esta parrafada, cuando vayáis a comprar cualquier cosa cuya capacidad de almacenamiento se mida en bytes -las tasas de transferencia o velocidades, suelen medirse en bits por segundo-, recordad este artículo. Al menos la parte final :P

Submit "Giga por liebre" to FaceBook Submit "Giga por liebre" to Twitter Submit "Giga por liebre" to Pinterest

Categories
Reflexiones , Miscelánea

Comentarios