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Tema: Duda sobre legalidad de fotos

  1. #1

    Predeterminado Duda sobre legalidad de fotos



    Hola a todos, he estado mirando por si había algo al respecto, pero no he encontrado nada.

    Tengo una duda, y es que mi poco tiempo en el mundillo de la fotografía hace que aún no sepa ciertas cosas jeje.

    Tengo pensado ir a determinadas actividades deportivas, y fotografiar a los deportistas: fútbol, tenis, tiro con arco, skaters, escalada... todo lo que se os ocurra. La idea es subir dichas fotos a una página web, y que los mismos protagonistas se la descarguen de ahí (previo pago, ahí está el "negocio", si es que se puede llamar así). El caso es que conozco a bastantes deportistas (sobre todo jóvenes) que les haría ilusión tener fotos medianamente aceptables practicando sus deportes.

    El problema viene porque muchos de ellos serían menores, y dada la protección que tienen los mismos en las leyes, me surge la duda de si sería legal subir sus fotos a internet "con ámino de lucro". Espero me puedan iluminar sobre el tema, que vista como está la justicia en España, mejor no toparse con ella ni de casualidad.

    Gracias de antemano

  2. #2
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    may 2007
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    Predeterminado

    Un tema muy interesante, esperemos que haya legos por estos Foros que nos puedan informar.

    Por lo pronto, lo veo muy chungo siendo adultos sin permiso explicito de los que salen en la foto, con que siendo menores....
    A ver que te dicen antes de arriesgarte, ya que tienes todos los números: fotos, robo de imagen, intimidad, colgadas en Internet, menores, con afan lucrativo.....

    La reacción de los padres puede ser variopinta, pero, -y no quisiera genaralizar-, si vas con la pasta por delante la mayoría te darán permisos sin dudarlo ni un instante. Y claro, el negocio quebraría antes de colgar las imágenes

    Salu2 y Bienvenido al Foro

    (triste, pero es lo que hay)
    Flickr
    70D+G5 X+G12+IXUS115HS+Tamron 17-50mm f/2.8+Canon 100mm Macro+Canon 70-300mm IS+Samyang 8mm+50mm f/1.8

  3. #3

    Predeterminado

    Sí, lo sé... por eso prefería preguntarlo ya que es un tema bastante peliagudo.

    El caso es que veo que tendría más posibilidades de venderlas en los jóvenes, porque en categorías ya semi-amateur y semi-profesionales, están bastante más acostumbrados a salir en páginas web de deportes especializadas en dichas categorías. Pero los juveniles, alevines y demás, pues no, y por eso les haría más ilusión (creo yo ehh).

    Esperemos ver si alguien que sepa se pronuncia sobre el tema, porque por desgracia no tengo ningún conocido que sea abogado jejej

  4. #4
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    Predeterminado

    Con menores de por medio mala cosa, aunque en todos los parques de atracciones los fríen a fotos y luego las quieren vender, aunque sin pasar por internet (ignoro si al comprar la entrada estamos cediendo derechos de imagen). Quizá enseñarlas a los padres en una tableta sea más correcto.
    Si quieres ser uno entre cien mil puedes colaborar con la compra de este libro
    http://www.blurb.es//images/uploads/...741e38957d.jpg
    Cada vez que corras, hazlo contra la leucemia infantil http://www.unoentrecienmil.org/
    Estás invitado a Los días de la lluvia, no traigas paraguas. 500 px

  5. #5
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    Predeterminado

    No se si ya lo habrás visitado, pero en aspectos de legalidad, yo suelo tomar como referencia este hilo de Pere: Derechos de imagen de las personas (en España)

    Si no lo has visto, puede ser que te aclare alguna de tus dudas.

    Un saludo.

  6. #6

    Predeterminado

    Cita Iniciado por Zalosev Ver Mensaje
    No se si ya lo habrás visitado, pero en aspectos de legalidad, yo suelo tomar como referencia este hilo de Pere: Derechos de imagen de las personas (en España)

    Si no lo has visto, puede ser que te aclare alguna de tus dudas.

    Un saludo.
    Muchas gracias, era algo así lo que buscaba.

    Es decir, que con los menores mejor estarse quieto (habría que tener el consentimiento por escrito de sus padres, en todo caso, y en un partido de fútbol hay unos 30 menores, así que imposible conseguirlo de todos).

    Pero entiendo que si no son menores, y juegan un partido de fútbol en un lugar público (un estadio al cual yo pago mi entrada) no habría ningún problema. Aún así, intentaré buscar más información al respecto. Os haré saber si encuentro algo.

    Saludos!

  7. #7
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    may 2007
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    21.746

    Predeterminado

    Mantennos informados de tu busqueda.

    Se me olvidó mencionar que, hombre, hay que tener mala suerte que un padre se enfade porque hacen fotos para recuerdo* de su hijo haciendo deporte (si pierden el partido, ya puedes guardar la cam y salir por patas!!, jajaja). En el caso de que sea una foto donde el motivo principal es el chico. Si es en general, lo que tu dices, se inflan de hacer fotos.
    Pero el tema que nos ocupa es "ir de legal" y en ese caso, pintan bastos

    Salu2

    (*a la hora de pagar, pues no sé yo que opinarán los papis)
    Flickr
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  8. #8
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    5.031

    Predeterminado

    Creo que puede interesarte leer el caso de Mónica Carvajal. Lo copio y pego:

    Tengo 33 años y me dedico en exclusiva a la fotografía profesional desde hace 5. Con anterioridad estuve alternando la fotografía y el video con otros trabajos hasta hacerme con un equipo completo y algunos recursos económicos para dar el salto y dedicarme plenamente a la profesión. Empecé de una manera muy modesta, con mi pequeño portfolio en bodas, una web que cree yo misma y sobre todo muchas ganas. Al poco más de un año de iniciar la aventura y gracias al apoyo familiar conseguí tener mi propio estudio.

    El local está situado en el barrio céntrico de una población que, a pesar de tener alrededor de 120.000 habitantes y encontrarse en la periferia de la segunda ciudad más poblada de España, conserva muchos rasgos de la vida de pueblo: la calle empedrada, el repicar de las campanas del ayuntamiento, los niños van y viene del colegio con sus padres a pie, la gente se conoce y saluda por la calle… Es algo que siempre he agradecido, trabajar con gente sencilla, cercana, que me saludan y siempre tienen una palabra amable conmigo cuando salgo a hacer recados por el barrio.

    Así es como mi compañero y yo empezamos nuestro proyecto, con muchas ilusiones y también incertidumbre, ya que por aquel entonces lo de la crisis era más que una realidad. No obstante, pensamos que con esfuerzo y tesón de algún modo sacaríamos a flote el negocio. A pesar de que por estos lares el tema de la fotografía, especialmente a lo que se refiere a bodas, es un mundo de lo más oscuro, en los que las palabras “exclusiva”, “fotógrafo de la casa” y “canon” están a la orden del día, nosotros quisimos desmarcarnos por completo de todo eso. Si alguien ha venido al estudio es porque ha visto nuestro trabajo en el escaparate, o en la web o bien porque ha visto las fotografías que hemos hecho a algún familiar o amigo y le han gustado. Ante todo creemos que nuestro trabajo es nuestra mejor publicidad y nuestros clientes satisfechos nuestros mejores comerciales.

    Así es como poco a poco hemos ido creciendo, no sin encontrarnos muchas dificultades: acondicionar el local para adecuarlo a las normativas, pagar impuestos y más impuestos, intentar dignificar la profesión de fotógrafo, convencer a la gente de que no todo el que tiene una cámara es fotógrafo, justificar porque cobramos 7 euros por una fotografía que saben que cuesta céntimos, hacer entender que no podemos grabar en la memoria USB todos los archivos de la sesión sin ningún tipo de coste… Y así hemos ido invirtiendo tiempo, energías y dinero para poder conseguir nuestro sueño: poder vivir de lo que nos gusta hacer.

    Afortunadamente, todavía existen personas que reconocen el valor de una buena fotografía realizada en un estudio profesional. Tenemos clientes con los que hemos entablado una estrecha relación y que años tras año han traído a sus hijos al estudio. La mayoría de nuestros clientes se sienten orgullosos de mostrar lo guapos que han salido sus hijos en las fotografías que les hacemos. Es más nos piden que las pongamos en nuestros escaparates para que sus conocidos y familiares los vean. Incluso hemos tenido alguna pequeña “reprimenda” de algún padre por no haber colocado la foto de su hijo, al pensar que al no hacerlo y en cambio sí poner a algún compañero de clase era porque considerábamos que no era lo bastante guapo o no había salido lo suficientemente favorecido. Siempre era un tema que comentábamos de viva voz, dentro de este ambiente general de “buen rollo” y confianza nunca se me ocurrió hacer firmar una autorización escrita a los padres.

    A principios del año pasado empezamos a preparar la campaña de comuniones. En nuestros escaparates hay dos espacios reservados para las campañas temporales de un tamaño de 76x1,80 cm cada uno. Además, en los otros espacios se exhiben otras fotografías, la mayoría de niños, a groso modo puede haber unas 30 ó 40. Colocamos sendos carteles. Ambos diferentes. En cada uno de ellos había una foto de un niño y otra de una niña de la temporada 2010. Además, pensamos que para darle el empujoncito que necesitaba el estudio para empezar a ser productivo había que hacer algo de publicidad. Fuimos a hablar con dos tiendas en las que venden trajes y vestidos de comunión y nos dijeron que no habría ningún problema en que dejáramos algunos folletos. Creamos dos panfletos distintos con fotografías de niños que habían comprado sus trajes allí. También decidimos potenciar la parte de internet, así que subimos la foto de unos carteles al facebook y actualizamos la web con composiciones de los álbumes del año anterior.

    Prácticamente todos los niños que habían expuestos se pasaron por el estudio, se hicieron fotos junto al escaparate, avisaron a sus familiares y amigos, entraron a saludarnos y a expresar su gratitud.

    A principios del mes de marzo, cuando la campaña llevaba expuesta unas 5 ó 6 semanas, recibimos un burofax. Era de los padres de uno de los niños que estaban en el escaparate. Su foto la había elegido por un criterio de lo más arbitrario, me gustó el contrate de colores que hacía su chaleco de color naranja con la trasera de color malva de la niña con la que compartía cartel. En el burofax me pedían la retirada en un plazo de 48 horas de todas las fotografías de su hijo del escaparate, los folletos e internet. Así mismo me pedían que les entregaran cualquier archivo fotográfico en el que apareciera su hijo, que borrara todas las fotografías de mis discos duros y que aún así se reservaban el derecho de demandarme judicialmente por lucrarme con la fotografía de su hijo así como por los daños y perjuicios que le había causado.

    El leer aquel fax fue como si alguien me hubiera tirado un jarro de agua fría por la espalda. Yo nunca he querido perjudicar a ningún niño ni lucrarme a su costa. Simplemente promocionar mi trabajo de la única manera que sé: enseñando lo que sé hacer. Obviamente, tras leer la carta lo primero que hicimos fue quitar todo tipo de fotografía de escaparate, web y fui a recuperar los folletos de las tiendas. En unas dos horas ya no había ninguna fotografía del niño en cuestión. Después empecé a investigar sobre la legislación específica en materia de derechos de imagen y derechos de autor. Entonces averigüé que siempre es necesario tener un consentimiento escrito y firmado para exhibir la imagen de cualquier persona, de nada sirven acuerdos verbales. Tras investigar y retirar todas las fotografías, contesté también via burofax ante todo pidiendo disculpas por las molestias que había podido causar, explicando que se trataba de un malentendido, que pensaba que era una cosa que habíamos tratado verbalmente el día de la entrega de su reportaje, que ya estaba todo retirado. También le indicaba que para evitar futuros malentendidos a partir de aquel momento iba a hacer firmar una autorización escrita antes de exponer ninguna fotografía. También le indicaba que en ningún caso les haría entrega de los archivos fotográficos, puesto que son parte de mi trabajo.

    Pasado el susto inicial, pensé que la cosa no pasaría de ahí. Que todo había sido una jugada para conseguir los archivos en alta resolución. ¡Qué equivocada estaba! Unas semanas después me llegó una notificación del juzgado. Ante mi perplejidad los padres del niño me habían demandado por vía Civil reclamándome el pago de 30.000 euros por exhibir la fotografía de su hijo sin su permiso, por haberme lucrado a su costa y alegando supuestos daños morales y psicológicos. En el escrito, a parte de no aportar nada concreto sino conjeturas absurdas del tipo si algún pederasta ve la foto puede dedicarse a buscar a su hijo en los alrededores del estudio ( a pesar de vivir en otra población a más de un kilómetro del local), o que su hijo ya no quería ir sólo al colegio. La situación me parecía tan surrealista, tan rocambolesca… Tenía en mis manos aquella demanda sin saber qué hacer, que significaba ni qué pasos seguir. Me puse en contacto con la APF para saber si tenían algún tipo de asesoramiento legal. Me dieron el nombre de una abogada y enseguida contacté con ella. Me dijo que por el tipo de demanda estaba obligada a contratar un abogado y procurador para contestar. Que en caso de no hacerlo me declararían en rebeldía procesar y me podían condenar al pago de los 30.000 euros de manera automática. Me dijo que sus servicios me costarían unos 2100 euros. Tras hablar con ella contacté con otros dos abogados ajenos al tema de la imagen, uno me pidió 3000 euros y el otro 5000 euros. Así que sin comerlo ni beberlo sólo por contestar tendría que desembolsar más de 2000 euros, sin contar la posible condena.

    Finalmente, opté por contratar los servicios de la abogada de la asociación de fotógrafos. Me dijo que antes de que venciera el plazo para contestar la demanda podríamos intentar pactar para no tener que ir a juicio. Investigó casos similares y vimos que las sentencias sobre la publicación de fotos de menores sin consentimiento rondaban los 3000 euros. Como sabía que algún tipo de indemnización le darían porque yo no tenía ningún tipo de papel firmado, parecía la opción más sensata. Resolver el asunto de manera civilizada. Obviamente mis recursos eran limitados así que le dije que negociara ofrecerles una cantidad de entre 1000 y 2000 euros que es lo que yo podía asumir y, según las sentencias que habíamos visto, bastante razonable.

    El abogado de la parte contraria se negó en rotundo a negociar. Se limitó a decir que aquello era muy poco y se cerró en banda. Investigando en internet averigüe que se trata de un abogado que acepta para sus casos lo que se llama “cuota litis”, es decir, que cobra sus honorarios en función del dinero que saque de la demanda y en caso de desestimarse no cobra. Esta era una práctica expresamente prohibida por el colegio de abogados pero desde el 2008 está permitida. En ese momento entendí el porqué de pedir la desorbitada cantidad de 30000 euros y adornar la demanda con argumentos sucios, absurdos, victimistas y que nada tenían que ver con lo que había sucedido.

    Al fracasar el intento de negociación, no quedó más remedio que contestar a la demanda y prepararme para ir a juicio. A parte de los argumentos que ya he explicado, para la defensa la abogada pensó que sería una buena baza si encontráramos en algún facebook alguna foto del niño. De esta manera desmontaríamos los argumentos de ese miedo irracional a que algún pederasta raptara a su hijo. Lamentablemente, no encontramos nada, pero si encontramos el perfil en facebook del hermano mayor del niño en cuestión. A él también lo conocía porque vino al estudio a hacerse algunas fotos con su hermano y a penas tenía 3 años más. El perfil era completamente público, es decir, no había que solicitar amistad para ver la información. Tenía publicado el nombre del colegio al que asistía, así como numerosas fotos con sus amigos. En una de ellas había un comentario de su madre, por lo que estaba al corriente de la existencia de la página y su contenido. Imprimimos toda la información y la presentamos como defensa. Como testigos presenté a dos clientas cuyas fotos de sus hijos estaban tanto en escaparate, como en folletos, como en internet y al repartidor del laboratorio con el que trabajo que estaba presente el día que llegó el burofax y vio como retiraba el cartel del escaparate y había recogido los folletos. Los tres testimonios fueron rechazados por el juez en la audiencia previa al juicio.

    Llegó el día del juicio, 7 meses después de recibir la primera notificación del juzgado. Fue un momento tenso y nada agradable. Allí estaban los padres del niño con su despiadado abogado. Entramos en la sala y comenzó el juicio. Hubo intervenciones de los dos abogados, y nos interrogaron tanto a los padres como a mí. El discurso del abogado contrario fue de lo más grosero y agresivo. Incluso el juez tuvo que llamarle la atención. Alguna de sus frases fueron: “claro, alguien puede ver la foto y pude decir mira el marinerito, mira el marinerito…”. La intervención de la madre también fue de lo más inverosímil con lo que pedían. Dijo que se enteró de la existencia de las fotos porque una conocida le había dicho que había visto lo guapo que estaba su hijo en un papel de una tienda, días antes de enviar el burofax. A la pregunta de si su hijo había tenido que recibir algún tipo de tratamiento o ayuda psicológica dijo que no, que era simplemente que se sentía observado pero en casa se sentía seguro. A la pregunta de en calidad de que pedía 30000 euros, la respuesta fue simplemente “son para mi niño”. Yo me limité a contar los hechos tal cual habían sucedido, sin dramatizar ni mentir. Tras oir a todas las partes, la fiscalía de menores hizo una valoración final. Dijo que efectivamente se había vulnerado el derecho a la imagen propia del menor, pero que como en ningún caso quedaba acreditado ningún tipo de daño moral y yo había retirado todo cuando los padres lo pidieron, la indemnización no debía ser superior a 5000 euros.

    Salí del juicio un poco descolocada por la cantidad que había mencionado la fiscal, ya que no pensaba que iba a ser tanto, pero vista la falta de argumentos de los demandantes pensé que había opción a que se redujera la cantidad. ¡Qué equivocada estaba! El día 2 de enero me llamó la abogada diciendo que no tenía buenas noticias. Había llegado la sentencia que me condenaba al pago de 10000 euros. Me dijo que la sentencia no tenía mucho sentido, porque aunque reconocía que no se había probado el daño moral estimaba que 5000 euros eran muy poco. De nuevo me quedé helada. Le pregunté por las opciones. Me dijo que cabía la posibilidad de presentar un recurso para apelar la sentencia. En ese caso tendría que desembolsar 1300 euros más en concepto de honorarios de abogado y procurador. La parte negativa es que a pesar de recurrir, la parte contraria podía pedir la ejecución provisional de la sentencia, lo que significaba pagar los 10000 euros o bien que embargaran todo lo posible para cubrir la condena.

    Lo cierto es que la noticia llegó en el peor momento económico del estudio. El 2011 ha sido un año muy complicado, las bodas nos bajaron en picado, un 60% menos que el año anterior. Con algunas de esas bodas estábamos teniendo problemas para cobrar. Los estudios en general habían caído y en la campaña de navidad habían venido un 35% menos de clientes. Los números no salía por ningún lado, menos teniendo que pagar abogado y demás. La abogada me dijo que tenía que decidir si apelaba o no. Si decidía no apelar para no generar más gastos podía intentar negociar el pago con la parte contraria.

    Me sentí tan hundida por la noticia. Hiciera lo que hiciera, todo pasaría por el pago de 10000 euros o bien la ejecución judicial de la sentencia con los consiguientes embargos y demás. Por tanto, pensé que lo mejor sería negociar y zanjar el asunto. Mi abogada se puso en contacto con el abogado contrario para tantear un poco. Le dijo que no pensaban recurrir y que en caso de que nosotros recurriéramos ellos pedirían la ejecución provisional de la sentencia. También le comentó mi situación, que no disponía de los 10000 euros, que no me negaba a pagar, pero que si podíamos hablar de pactar la forma de pago.

    Mi abogada me llamó para contarme como había ido la conversación y me dijo que pensara alguna propuesta para ofrecerles. Yo le fui completamente sincera. Le conté la situación crítica del estudio, que no sabía como iba a afrontar los pagos del mes siguiente y que por el momento sólo podía ofrecerle una cantidad mensual simbólica de 50 euros. Su respuesta fue que antes de negociar nada agotáramos los plazos legales y así dejáramos pasar el tiempo.

    En ese momento me sentí desesperada. No había ninguna figura legal a la que me pudiera acoger por el hecho de estar prácticamente en la ruina. En cuanto la sentencia fuera firme, si la parte contraria no aceptaba mi propuesta, empezaría un asedio hacia mi persona para embargarme cualquier dinero o bien para ser subastado y darle a los padres del niño el dinero hasta llegar a los 10000 euros. Empecé a darle vueltas al asunto. No podía creer que tuviera que pagar con los beneficios que el estudio me daba en prácticamente un año de trabajo a esas personas. Lo cierto es que no tengo propiedades, el coche será hasta dentro de 6 años del banco y en la cuenta del banco a penas hay dinero para pasar el mes. Así que en caso de embargo, no lograrían mucho. A lo sumo acabar con mi tranquilidad por tener la espada de Damocles del embargo sobre mí para mucho tiempo.

    En ese momento decidí investigar en internet sobre las ejecuciones provisionales de sentencias. Googleando encontré un artículo sobre el asunto que un catedrático de derecho había escrito. Allí encontré, a 4 días de vencer el plazo para recurrir, algo de esperanza. En 2003 se introdujo una modificación de la ley de enjuiciamiento civil que textualmente dice “no procederá la ejecución provisional de los pronunciamientos de carácter indemnizatorio de las sentencias que declaren la vulneración de los derechos al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”. Ese era mi caso. De ser cierto, podría recurrir sin que me obligaran a pagar los 10000 euros o entrar en el tema de los embargos. Llamé inmediatamente a la abogada para decírselo y para que comprobara si era cierto. Investigó en la ley y me dijo que así era pero que no obstante consultaría con la secretaria judicial para saber si en mi caso se aplicaría ya que muchas veces existen matices de palabras e interpretaciones de las leyes.

    Aquel descubrimiento me animó mucho. Tendría un año más de margen, a parte de la oportunidad de que la audiencia provincial, compuesta por un tribunal de 3 jueces, revisara la sentencia y viera que aquella condena era totalmente desproporcionada. No obstante aquel pequeño alivio a durado poco, porque esta misma tarde la abogada me ha informado que tanto la secretaria judicial como el juez le habían dicho que en caso de apelar y la parte contraria pida la ejecución provisional de la sentencia será ejecutada puesto que se trata de una condena “pecuniaria”, cosa que no tengo ni idea de que es. Todo jerga jurídica para decir que van a saltarse ese artículo a la torera. Ante mi estupefacción la abogada como último recurso me ha dicho que iba a hablar con compañeros dedicados en exclusiva a temas de imagen para ver si los recursos de apelación de sentencias previas habían prosperado. Poco después me ha llamado para decirme que había hablado con un abogado especialista en este tipo de casos y que lleva asuntos de gente tan conocida como Javier Bardem, le han dicho que el artículo de la ley sobre la ejecución provisional de las sentencias que yo había descubierto era totalmente cierto y aplicable en mi caso y que no entendía al juez que me había tocado. Respecto al tema de recurrir sentencias no ha dado muchas esperanzas aunque hay que tener en cuenta que sus casos tratan de cuantías mayores y personajes famosos.

    Así que vista toda la historia, esta tarde he tomado una determinación. Creo que se están cometiendo muchas injusticias conmigo. Es cierto que he cometido un error, puesto que no tenía la autorización firmada de los padres del niño. Pero tengo la conciencia bien tranquila porque sé que no he causado ningún daño a ese niño. Lo único que hay detrás de todo es el afán lucrativo de los padres que se han encontrado con un abogado sin escrúpulos. Por su parte, el juez ha sido totalmente injusto. Yo retiré las imágenes en el momento que se me pidió, no se trata de ninguna fotografía ofensiva, simplemente la foto del recordatorio que los padres repartieron entre los padres y amigos. No he divulgado ninguna información sobre el niño. No he montando una gran campaña publicitaria, solo he hecho unos folletos DIN-A5 en los que a parte de la foto de ese niño hay otras tres niñas. Se han impreso unos 300 repartidos en dos tiendas de barrio. El niño no recibió ningún tipo de insulto, broma o acoso por el hecho de que yo pusiera esa foto en el escaparate. El reportaje que contrató costó 300 euros en su día y los gastos de laboratorio y encuadernación rondan los 100 euros. Ni en toda la campaña de comuniones obtento un beneficio de 10000 euros, pero nadie se ha interesado en eso.

    Como dice el dicho “de perdidos al río”. He decidido apelar a pesar de todo. Me sentiría muy mal que un caso que ha sido tratado de manera tan injusta sirviera de precedente. Además, sería ponérselo en bandeja a esa gente, habrían aprendido una manera muy sencilla de ganar dinero a costa de gente trabajadora.

    Por el momento no puedo hacer más que esperar el resultado del recurso, que se estima en mínimo un año y sobre el asunto de la ejecución provisional de la condena de pagar 10000 euros a los padres del niño ya se verá. Si prospera e intentan embargarme algo por el momento se van a llevar poco, por no decir nada. Asumiré que por el momento no puedo tener cosas a mi nombre, y una vez la sentencia sea firme, si me condenan a pagar me plantearé como afrontarlo, esperado que el 2012 sea un año más próspero para el estudio.

    Lo que si puedo hacer es divulgar mi caso para que sirva como ejemplo. Desgraciadamente lo que me ha sucedido me ha vuelto más desconfiada y recelosa con mis clientes. Lo único que puedo decir es que hay que cubrirse bien las espaldas, llevar un riguroso registro de autorizaciones escritas de todas aquellas imágenes que usemos en nuestros escaparates, webs, publicidad… La cara más negativa del asunto es el sentimiento desconfianza e indefensión total ante este tipo de situaciones injustas.

    Afortunadamente, sigo contando con el apoyo de muchas personas, tanto clientes como comerciantes de la zona, personas que han sido coaccionadas por la madre del niño para que declararan en el juicio en mi contra y que, no sólo se han negado, sino que se han puesto a mi disposición por si tenía que firmar algo o bien acudir como testigos a donde hiciera falta.

    Desgraciadamente, en estos momentos todo está en manos de eso que llaman “justicia”.

    Mónica Carvajal
    Fotógrafa

    Con niños por medio ándate con cuidado

  9. #9
    Fecha de Ingreso
    abr 2009
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    507

    Predeterminado

    pues más claro, el agua...sin consentimiento por escrito, ni apuntarlos con la cámara!!

  10. #10
    Fecha de Ingreso
    nov 2008
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    Madrid
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    9.924

    Predeterminado

    A falta de la versión de la parte contraria, que no creo que lleguemos a conocer, no puedo por menos que solidarizarme con Mónica Carvajal, pero veo muchos "tics" que defienden los que hacen los mal llamados robados, que siempre apelan a la buena voluntad y a la dificultad de que su foto sea vista por los retratados, o que piensan que en el caso que haya problemas con quitarla de la web ya vale...cuando las barbas de tu vecino veas pelar...
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  11. #11
    Baja Voluntaria 43570 Guest

    Predeterminado

    Es que por más que se diga, no escarmentamos. Publicando fotografías de personas sin permiso estamos jugando con fuego.

  12. #12

    Predeterminado

    Desde luego que yo soy bastante precavido, por eso de preguntar antes de hacer nada. De hecho, ante la duda prefiero estarme quieto.

    Por otra parte me parece lamentable la situación de Mónica, una pena. Hay gente así porque tiene que haber de todo en esta vida.

    Por cierto, gracias a todos por aportar un poco de luz sobre este tema desconocido para mí.

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