La meseta tiene rincones inolvidables, bien es cierto que el norte y sus colores hacen las delicias de cualquier fotógrafo. Lo mejor el otoño y la primavera, aunque el invierno, sobre todo en la costa, tiene unas luces y unos cielos cada día distinto.
Lo que ocurre es que los de aquí, ya estamos acostumbrados y no sabemos verlo como los visitantes.
Yo hubiera pasado por ese rincón y no hubiera visto la foto.
Seguro que en Toledo lleno diez tarjetas de memoria.
Saludos.
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