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El Siniestro
15/12/06, 10:25:43
Para los que gusten de estar informados de estos temas, que no solo es que son y deben ser de sumo interes sino que nos deben preocupar muy mucho, os diré que mi primo, Jaime Bosch, investigador de CSIC, publica mucho del tema y de ello he seleccionado este artículo:




Los anfibios entran en barrena: Un hongo tal vez salido de un laboratorio hace 70 años lleva al borde de la desaparición a un tercio de los batracios

Por RAFAEL MÉNDEZ, para El País

Los anfibios se mueren. Ranas, sapos y salamandras de todo el planeta viven desde hace 20 años una extinción masiva sin precedentes. Desde Panamá hasta Peñalara, desde Suráfrica hasta el Reino Unido, un hongo ha diezmado en 20 años todas las familias de anfibios. Sólo algunas zonas de Asia parecen librarse de la plaga. ¿Qué diablos está pasando?
“Ante nuestros ojos está ocurriendo un fenómeno sin precedentes, algo único y terrible”, explica Ignacio de la Riva, científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Los datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza revelan un panorama asombroso. Un tercio (el 32%) de las 5.743 especies conocidas de anfibios están amenazadas. Para hacerse una idea, sólo (no es poco) el 12% de las aves y el 23% de los mamíferos están amenazados. Un total de 165 especies de anfibios se han extinguido desde 1980 o al menos no ha habido rastro de ellas. El 43% de las especies están perdiendo ejemplares. Un holocausto anfibio. En 10 años, el número de especies en peligro se ha multiplicado por 10.

Desde que a mediados de los noventa los científicos notaron un ligero descenso de las poblaciones hasta ahora, los expertos no dejan de sorprenderse. Primero tardaron en notar la decadencia. Después pensaron que podía ser el cambio climático; en 1993 descubrieron un grupo de ranas muertas de forma extraña, y sólo en 1998 atribuyeron la causa de la extinción al hongo. “El Batrachochytrium dendrobatidis es la causa de la extinción. El hongo ataca la piel de los anfibios, se la agujerea y muy pocas especies sobreviven. Vive en el agua dulce”, explica por teléfono Simon N. Stuart, responsable de la organización conservacionista Conservation International. “Pero aparte del hongo sabemos poco”, añade. Stuart coordinó en 2004 la primera estimación mundial sobre las poblaciones de anfibios en la prestigiosa revista Science.

Todavía es un misterio de dónde salió el hongo. Todavía es un misterio cómo se propaga. Pero las teorías son tan sugerentes que merecen ser ciertas. “Un estudio de 2004 atribuyó la expansión del hongo a la rana Xenopus laevis”, explica De la Riva, que ha organizado expediciones a Suramérica para estudiar el fenómeno. El nombre de Xenopus laevis no dice nada. El nombre de la rana de uñas o rana africana, tampoco. Y sin embargo es muy famosa: durante décadas se utilizó con dudosa fiabilidad para predecir si la mujer estaba embarazada. La prueba consistía en inyectar una muestra de orina de mujer bajo la piel de una rana. Si la mujer estaba embarazada, las hormonas de su orina harían desovar a la rana en pocas horas.

La técnica, desarrollada en Suráfrica en los años treinta, tuvo gran éxito en todo el mundo. Ejemplares de esta rana comenzaron a viajar por laboratorios del mundo entero y los científicos empezaron a utilizarla para todo tipo de pruebas.

De la Riva explica que hay motivos para sospechar de la rana y de la prueba del embarazo. En primer lugar, que la rana sobrevive al hongo. Después, los científicos buscaron en colecciones antiguas por todos los museos para ver cuánto tiempo llevaba circulando el hongo. Y los primeros ejemplares infectados han aparecido en colecciones de Suráfrica de los años treinta, en la época y la zona en que surgió la prueba de la rana.

Tenemos la pistola humeante y una rana con un móvil. Y sin embargo faltan pruebas para condenarla y preguntas sin respuesta.

¿Por qué, si el hongo se extendió en los años treinta, no se ha visto la extinción hasta ahora?

“Ése es el problema”, replica Stuart. “No sabemos bien por qué, aunque hay que matizar. Ahora estamos viendo un declive que comenzó hace más de 20 años. No sabemos cómo se ha extendido tanto”.

Lo cierto es que el hongo vive en el agua dulce y hay múltiples teorías sobre si lo transmiten las personas o los animales en sus viajes o algunos ejemplares de anfibios sanos. Sea como sea, el hongo pasó de África a Norteamérica y de allí a Suramérica. En 1997 aparecieron centenares de ejemplares de sapo partero muertos en Peñalara (Madrid). En 1999 se vio que la causa era el hongo y que éste es el primer punto de entrada en Europa.

¿Y por qué no antes? “Porque puede que el cambio climático haga más vulnerables a estas especies y más letal al hongo, y por eso ahora se han disparado las extinciones”, añade Stuart. Hasta hace poco, este tipo de hongos, llamados quítridos, sólo se conocían como parásitos de plantas, algas e invertebrados. Los científicos no descartan que el hongo siempre haya estado en contacto con los anfibios y que, sólo recientemente, las poblaciones se encuentren inmunodeprimidas y, por tanto, sean más sensibles al patógeno.

Puede que la desaparición de las ranas parezca un asunto menor. Mucha gente lleva sin ver ranas bastantes años y no le afecta. Aparentemente. Como resume Stuart, “la desaparición de los anfibios muestra la enfermedad del ecosistema y su fragilidad”. Además, el declive masivo de los anfibios puede tener muchas otras implicaciones. Los insectos pueden verse favorecidos o el hueco de las ranas lo pueden ocupar otros grupos.

Los científicos andan preocupados. Unos 50 expertos han pedido en Science que se cree un fondo de 400 millones de dólares para paliar la pérdida de biodiversidad. “No sabemos si estamos a tiempo, pero sabemos que si no hacemos nada, es probable que perdamos centenares de especies. Y luego vendrán otras”, señala Stuart.

El actual ritmo de pérdida de especies en el planeta sólo es comparable al de la extinción de los dinosaurios, hace 65 millones de años. Los anfibios van por delante. Pero no son los únicos. El resto estamos a la cola.

EL SAPO PARTERO (Alytes obstetricans) no canta en Peñalara. La laguna de la sierra de Madrid, que hasta hace 10 años estaba llena de estos sapos, se encuentra hoy casi vacía, explica Jaime Bosch, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC. Bosch explica que ahora sólo quedan en cuatro sitios y que se reproducen de forma residual. “El patrón se repite en todo el mundo. Quedan los más resistentes”. Lo mismo ocurre en otras lagunas de la sierra del Guadarrama, del Pirineo y Asturias, todas zonas altas de montaña.

Peñalara fue el primer caso conocido en Europa en el que entró. “En 1997 comenzaron a morirse, pero hasta 1999 no sabíamos qué era”. “Se puede hacer muy poco. Se les puede tratar en cautividad. El problema es que no hay nada que hacer. En Peñalara trabajamos desde entonces para favorecer la reproducción con medios artificiales”, añade Bosch. Los científicos van a abrir un centro de cría en cautividad de las especies en peligro. Para que no calle Peñalara.

Mal vamos, un saludo.

El Siniestro
15/12/06, 10:36:12
También os dejo estos enlaces:

cámbios en el clima y las ranas en el mundo. (http://www.concytec.gob.pe/redperiodistaspe/index2.php?option=com_content&do_pdf=1&id=210)

más sobre ranas (http://infoecologia-periodismo-ambiental.blogspot.com/2006/03/un-equipo-de-investigadores-del-csic.html)

y otro comentario:



EL MISTERIOSO DECLIVE DE LOS ANFIBIOS

TEMA: Biología

Los primeros vertebrados, contemporáneos de los dinosaurios, están muriendo en todo el planeta.

El Parque Natural de Peñalara, en la sierra de Guadarrama (Madrid), es desde hace tres años el escenario de una tragedia: el sapo partero, un anfibio emblemático en la zona, ha desaparecido de casi todas las 250 charcas del parque. La alarma se dio en 1997, cuando se encontraron muertos centenares de pequeños sapos que aún no habían acabado su metamorfosis. La Comunidad Autónoma de Madrid pidió ayuda a herpetólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales. El misterio del sapo partero se ha resuelto, pero no otro mucho mayor en el que se engloba. Un estudio acaba de confirmar que los anfibios, que fueron los primeros vertebrados terrestres -contemporáneos de los dinosaurios-, están en declive en el planeta. Y no se conocen las causas.

Aún faltan datos en España.

Jaime Bosch, Mario García París e Íñigo Martínez Solano, herpetólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, acaban de resolver el caso del sapo partero de Peñalara -Alytes obstetricans-, y de paso han demostrado una vez más que los problemas ambientales no saben de fronteras. El asesino es un hongo Quitridium, últimamente muy popular entre quienes estudian los anfibios. El quitridios ha sido identificado ya como agente causante de la muerte de muchas otras especies de anfibios en Australia, Estados Unidos y América Central y del Sur, pero es la primera vez que se sabe de sus estragos en Europa. Bosch, García París y colaboradores esperan comunicar su hallazgo en una prestigiosa revista científica.

Pero la intriga no ha terminado. ¿Por qué están muriendo los anfibios de todo el mundo en los últimos años? Expertos sobre todo estadounidenses y australianos llevan más de una década denunciando el fenómeno, aunque hasta ahora las evidencias del declive en las poblaciones de ranas, sapos y salamandras se circunscribían a zonas concretas y no podían, en rigor, extrapolarse a todo el mundo. Pero un estudio publicado en Nature el 13 de abril confirma que el fenómeno ocurre a escala global. "Nuestro trabajo es lo más cerca que vamos a estar de una respuesta definitiva al respecto", afirma, por correo electrónico, Jeff Houlahan, de la Universidad de Ottawa, uno de los autores del trabajo.

Houlahan y su grupo analizaron datos de 936 poblaciones de anfibios, aportados por más de 200 investigadores de 37 países y ocho regiones del mundo. Contenían información sobre 157 especies, recogidas durante periodos de entre 2 y 31 años. Aunque hay considerables variaciones geográficas y temporales, "a una escala global nuestros estudios indican un declive relativamente rápido desde finales de los años cincuenta a finales de los sesenta, seguido de un declive más lento pero continuado hasta nuestros días", dicen. Los datos revelan que 61 de las 936 poblaciones se han extinguido, y que "los declives más dramáticos ocurrieron varias décadas antes de que los herpetólogos dieran la voz de alarma". Los investigadores insisten además en que faltan más estudios en regiones de alta diversidad, como los trópicos.

Hay una razón obvia para este declive: que cada vez hay menos charcas donde las ranas estén a sus anchas. Ahí no hay misterio. Lo que no se explican los investigadores es que los anfibios desaparezcan de zonas protegidas, en las que su hábitat natural no ha debido sufrir muchas alteraciones. Tienen muchos ejemplos. El sapo dorado de Costa Rica, de llamativo color rojo, que no se ha vuelto a ver desde 1989, pese a que hasta dos años antes era la especie más representativa de la Reserva del Bosque Nublado de Monteverde; o la rana incubadora gástrica de Australia, que desarrolla todas sus larvas en el estómago y expulsa las crías por la boca, descubierta en 1973, muy estudiada y ahora considerada extinta.

Cuando empezó a emerger el problema, uno de los primeros sospechosos fue el agujero de la capa de ozono, por el que se cuelan los rayos ultravioletas, letales para la vida. Como las zonas protegidas están a menudo en alta montaña, donde la radiación ultravioleta es más intensa, los investigadores postularon que estaba afectando a los anfibios. Los primeros experimentos se hicieron en las montañas de Oregón (EE UU), y en un primer momento sus autores cantaron victoria: la mortalidad de los renacuajos expuestos a los rayos UV (de tipo B) naturales era mucho mayor que la de aquellos protegidos por filtros.

El experimento se reprodujo en otras zonas con igual resultado. En Europa los hizo por primera vez hace cinco años en Gredos, a 2.000 metros de altura, el grupo de Miguel Lizana (Universidad de Salamanca), que publicó los resultados en 1998 en la revista Conservation Ecology . Su trabajo mostró que no todas las especies eran igual de sensibles. "El sapo común (Bufo bufo) es uno de los más sensibles, y también el tritón jaspeado", indica Lizana. Su grupo estudia ahora especies que viven tanto en zonas altas como bajas, para ver si la radiación las afecta de modo distinto a distintas alturas. "Por ahora el efecto parece mayor en las especies sensibles en alta montaña", dice.
Pero quienes creyeron que los UV-B resolvían el misterio de los anfibios se equivocaron. La cosa no es tan simple. Se han identificado al menos otras cuatro clases de sospechosos: la lluvia ácida, virus, hongos como el quitridios y la presencia en el agua de fertilizantes con nitratos y nitritos. O todos ellos juntos: puede que los UV-B debiliten el sistema inmune de las ranas y las deje indefensas frente a las infecciones. Eso explicaría que el quitridios, que siempre ha estado ahí, tenga ahora un efecto tóxico para los anfibios.

O podría ocurrir un ciclo así: que la causa sea un parásito... "que vive en los caracoles; los caracoles comen algas; y más fertilizantes en el agua hacen que haya más algas, que aumentan a su vez la población de caracoles... Éste es un problema increíblemente complejo, y no veo cerca la solución", dijo el investigador pionero en este campo, Andrew Blaustein (Universidad del Estado de Oregón) en la última reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en EEUU.

Efecto de los fertilizantes

Adolfo Marco, actualmente en la Estación Biológica de Doñana, es autor con Blaustein de uno de los trabajos más recientes sobre el efecto de los fertilizantes. Estudiaron larvas de cinco especies de un área agrícola de Oregón donde se usan muchos fertilizantes y las expusieron a agua con distintas concentraciones de nitritos y notratos. Los resultados indicaron que las especies que más población habían perdido en su hábitat natural eran también las que más morían en el laboratorio. "Las etapas larvarias de la mayoría de los anfibios viven sólo en el medio acuático, y pueden ingerir o absorber por la piel muchos productos tóxicos", señala Marco.

Se obtuvo, además, un resultado para algunos inquietante: que las concentraciones de nitratos consideradas aptas para el consumo humano -50 miligramos por litro- eran muy tóxicas para larvas de dos de las cinco especies estudiadas. "La concentración de nitrato en aguas subterráneas a menudo sobrepasa esos niveles máximos. ¿Nos podemos sentir tranquilos consumiendo agua que es letal para las ranas, al provocarles una alteración que también podemos padecer los humanos?", apunta Marco.

El caso del sapo partero de Peñalara está bajo control: tiene un culpable declarado y los investigadores se plantean, si la población no se recupera sola, la cría controlada a partir de individuos no infectados por el hongo.

Pero el problema a gran escala está abierto. Y para algunos herpetólogos debería entenderse como un aviso de futuros problemas mayores: los anfibios son buenos bioindicadores del grado de degradación de un ecosistema. Aunque para Houlahan esto es lo de menos: "La pregunta es: ¿cuántos avisos necesitamos? El que ya no quede bacalao en la costa Este de Canadá parece un buen aviso; el que el salmón haya desaparecido de la costa noroeste de Norteamérica parece un buen aviso... Las ranas son otro signo de que estamos sobreexplotando el planeta, pero sólo uno más de una larga letanía".

Aún faltan datos en España

En España se conocen 28 especies de anfibios, aunque el último atlas disponible, hecho por la Asociación Española de Herpetología y la Universidad de Granada con datos de 1994, recoge sólo 25. Una de ellas, el sapo ferreret (sapo partero de Mallorca), está en peligro de extinción; otra, la rana ágil (País Vasco y Navarra), se considera vulnerable (la segunda categoría en la escala de riesgo); y otras tres -salamandra rabilarga (Galicia y Asturias), salamandra de Gredos y sapo verde de las Baleares- figuran como raras.

Aunque los herpetólogos no dudan de que la pérdida de hábitat está afectando a las ranas hispánicas, aún no hay datos que demuestren que el fenómeno mundial del declive de estos animales en áreas protegidas también se da en toda España. Se espera tenerlos tras el proyecto para actualizar el atlas de anfibios y reptiles que financia el ministerio de Medio Ambiente. Para el proyecto, de tres años, se muestrearán muy bien zonas donde faltan datos, como en Castilla-León y Castilla-La Mancha, y se repasarán las demás. Al final se tendrá un mapa de España con datos sobre el estado de conservación de cada especie. Participarán los más de 500 miembros de la Asociación Española de Herpetología.

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La verdad es que si no busca datos de animales en extinción o ya extintos debido al cámbio climático en el mundo se queda pasmado, y esto no es lo peor, lo peor esta por llegar.


Os recomiendo encarecidamente os "hagáis" con el fantástico Documental de Al Gore, ex-vicepresidente de los EEUU, y alucinéis con los datos del pasado presente y futuro del planeta.

El documental se llama "Una verdad incómoda", y es IMPRESIONANTE.

Stuntman-mtb
15/12/06, 23:49:18
No he terminado de leer tu último post, no tengo tiempo ahora, pero me parece un tema y unos posts muy interesantes.

Por mi zona los árboles están verdes, no hay ni una nube......Creo que es un tema muy serio.

Gracias por postearlo, un saludo!