Mario
15/12/06, 13:35:59
-¿Digamé?
-Hola cariño (es que mi mujer es muy tierna), que no te olvides de ir a por los regalos de los niños.
-No te preocupes, que en cuanto salga de trabajar voy a El Corte Ingles y me lo agencio todo, un beso (¿qué os creéis?, yo también se ser tierno cuando quiero)
Total que cierro la tienda y agotado a las nueve de la noche me voy alegremente hacia El Corte Ingles (nota del autor: a partir de ahora lo llamaremos ECI para abreviar). Según me acerco la masa de gente va creciendo y yo no soy muy amigo de la masa, bueno en realidad no soy amigo de ninguno de los 4 fantásticos, me va más el rollo solitario de Superman o Spiderman... Recuperando el tema inicial, entro en ECI ya un poco agobiado y me sobreviene esa bofetada de calor tan característica, en menos de un segundo pasas de dos grados a unos treintaycinco. Total que saludo al vigilante jurado, ¿ya os dije antes que soy muy educado cuando quiero?, y me quito mochila, cazadora y jersey, ¡que alivio! Ahora ya estoy dispuesto a enfrentarme a las masas.
Realmente no había tanta gente en las primeras plantas, un ficus benjamina y un naranjo enano, pero no os podéis imaginar lo que era la zona de juguetes, sólo en dependientes pasaban de sobra el centenar. Con la habilidad y ligereza que me caracteriza consigo encontrar rápidamente los regalos de los niños varones, ha sido fácil y me dirijo a la zona rosa para llevarme el famoso: (si ponéis voz pija queda mucho mejor) “super barco de vacaciones de las polly pocket”.
Según llego veo a una dependienta hablando con una señora y diciéndole:
-Sí señora, estos dos son los últimos que quedan.
Miro hacia sus pies y veo dos cajas enormes con el “super barco de vacaciones de las polly pocket”. No puede ser, pienso, ha dicho que son los últimos que quedan. Aun retumban en mi cabeza las palabras de mi mujer: “...lo del barco de la niña ni te molestes, que me han dicho que está agotado en todos lados...”. Un escalofrío recorre mi espalda y todos mis músculos se tensan al instante. Me mantengo a una prudente distancia pero alerta, ya que cualquier movimiento en falso puede acabar con mis esperanzas. Miro a la dependienta con ojos de ansiedad y esta me devuelve la mirada con cierto aire de complicidad, “ya se lo que quieres” dicen sus ojos. La voz de la señora me saca inmediatamente de un estado cuasi místico:
-Pues voy a llamar a mi hijo porque si no lo ha encontrado él me llevo los dos.
¿Qué?, no puede ser, no puede llevarse los dos, eso no debe estar permitido. La dependienta me mira con cara de resignación, yo la devuelvo la mirada angustiado, y la señora mientras tanto marcando el número de su hijo. Saco mi móvil de última generación y busco entre las opciones del menú a ver si está el “barredor de frecuencias” que pueda inutilizar todas las transmisiones inalámbricas en un radio de cincuenta metros... pero no, todavía no lo han implantado en los modelos sin 3G. Me queda la vana esperanza de que el hijo de la señora esté “apagado o fuera de cobertura” ya que lleva cinco minutos con el teléfono en la oreja y nadie contesta, bueno a lo mejor eran cinco segundos pero a mi me parecieronn cinco minutos o más. Entonces otra voz me saco de mi nuevo estado letárgico:
-Señor, ¿puedo ayudarle?
Un joven alto, fuerte y trajeado estaba a mi lado sonriéndome. Yo le miré, si hubiera llevado gafas de sol le hubiera dicho al oído y con voz afónica “haz que parezca un accidente”, pero no, no era un sicario, era un amable dependiente del ECI, así que le contesté:
-No, no muchas gracias.
-¿Quiere que le cobre la muñeca?- preguntó
-¿Qué muñeca?- dije yo algo extrañado
-Pues la que tiene en la mano.
Entonces levanté la mano derecha y vi a esa pobre Barbie, la estaba espachurrando y casi se le salían los ojos de las órbitas...
-No, no, no me la llevo gracias – le dije mientras le devolvía la muñeca y seguía con la vista y los oídos fijos en la señora.
En ese momento tuve otro sobresalto:
-¿CARLITOS?...¿CARLITOS, ME OYES? Oye mira que estoy en ECI, sí mirando lo de las niñas.... Que oye, que tienen dos barcos,... sí el que me has apuntado... que sí que es ese mismo... vale, vale, vale... ¿entonces que hago, me llevo los dos?...
Por favor Carlitos, para qué quieres dos barcos, acuérdate de Marx y el reparto de la riqueza...
-... venga vale, pues luego nos vemos, un beso – y colgó.
-Sí señorita, me llevo los dos.
El mundo se me vino abajo en un instante, vi pasar toda mi vida como si fueran diapositivas. Eran posiblemente los dos últimos “super barco de vacaciones de las polly pocket” que quedaban en el planeta y se los llevaba esa señora, los dos.
Permanecí inmóvil durante un buen rato, hasta que vi que la señora pasaba delante de mi con dos bolsas inmensas. Rodee la pila de "supercohes que te cagas de la Barbie" que tenía a mi derecha y la seguí a media distancia para no levantar sospechas. Al principio pensé que una caída inesperada por las escaleras mecánicas sería lo mejor, pero no soy muy de violencia gratuita, aunque este caso podría defenderlo ante un tribunal sin ningún problema. Quizás fuera más apropiado el método del cambiazo, chocarme con ella y en el volar de bolsas haberle cambiado el juego de construcciones del pequeño, que era más o menos del mismo tamaño, por el dichoso barco. Pero lo pensé bien, la señora era bastante menuda y yo con mis más de cien kilos estoy catalogado por la policía como “arma letal” en lo que a empujones se refiere.
Cada vez estaba más cerca de ella, casi podía tocarla con sólo estirar un brazo, entonces me puse a su lado, estiré el brazo y empujé la puerta. La señora se giró, me miró a los ojos y dijo:
-Muchas gracias hijo, que con tantos paquetes no se puede ni andar.
-Qué me va a decir a mí señora. –le contesté resignado
Entonces fue cuando pasé de treintaycinco a dos grados en menos de un segundo, y yo en camisa, el frió me hizo reaccionar. Cerré la puerta y me situé al lado del vigilante, dejé las bolsas en el suelo y me puse jersey, cazadora y mochila. El vigilante me miró y me dijo sonriendo:
-Navidad...
-Sí, dulce Navidad –le contesté sonriendo también.
Y me fui para casa sin barco y con viento fresco, nunca mejor dicho.
¡FELIZ NAVIDAD A TODOS/AS!
-Hola cariño (es que mi mujer es muy tierna), que no te olvides de ir a por los regalos de los niños.
-No te preocupes, que en cuanto salga de trabajar voy a El Corte Ingles y me lo agencio todo, un beso (¿qué os creéis?, yo también se ser tierno cuando quiero)
Total que cierro la tienda y agotado a las nueve de la noche me voy alegremente hacia El Corte Ingles (nota del autor: a partir de ahora lo llamaremos ECI para abreviar). Según me acerco la masa de gente va creciendo y yo no soy muy amigo de la masa, bueno en realidad no soy amigo de ninguno de los 4 fantásticos, me va más el rollo solitario de Superman o Spiderman... Recuperando el tema inicial, entro en ECI ya un poco agobiado y me sobreviene esa bofetada de calor tan característica, en menos de un segundo pasas de dos grados a unos treintaycinco. Total que saludo al vigilante jurado, ¿ya os dije antes que soy muy educado cuando quiero?, y me quito mochila, cazadora y jersey, ¡que alivio! Ahora ya estoy dispuesto a enfrentarme a las masas.
Realmente no había tanta gente en las primeras plantas, un ficus benjamina y un naranjo enano, pero no os podéis imaginar lo que era la zona de juguetes, sólo en dependientes pasaban de sobra el centenar. Con la habilidad y ligereza que me caracteriza consigo encontrar rápidamente los regalos de los niños varones, ha sido fácil y me dirijo a la zona rosa para llevarme el famoso: (si ponéis voz pija queda mucho mejor) “super barco de vacaciones de las polly pocket”.
Según llego veo a una dependienta hablando con una señora y diciéndole:
-Sí señora, estos dos son los últimos que quedan.
Miro hacia sus pies y veo dos cajas enormes con el “super barco de vacaciones de las polly pocket”. No puede ser, pienso, ha dicho que son los últimos que quedan. Aun retumban en mi cabeza las palabras de mi mujer: “...lo del barco de la niña ni te molestes, que me han dicho que está agotado en todos lados...”. Un escalofrío recorre mi espalda y todos mis músculos se tensan al instante. Me mantengo a una prudente distancia pero alerta, ya que cualquier movimiento en falso puede acabar con mis esperanzas. Miro a la dependienta con ojos de ansiedad y esta me devuelve la mirada con cierto aire de complicidad, “ya se lo que quieres” dicen sus ojos. La voz de la señora me saca inmediatamente de un estado cuasi místico:
-Pues voy a llamar a mi hijo porque si no lo ha encontrado él me llevo los dos.
¿Qué?, no puede ser, no puede llevarse los dos, eso no debe estar permitido. La dependienta me mira con cara de resignación, yo la devuelvo la mirada angustiado, y la señora mientras tanto marcando el número de su hijo. Saco mi móvil de última generación y busco entre las opciones del menú a ver si está el “barredor de frecuencias” que pueda inutilizar todas las transmisiones inalámbricas en un radio de cincuenta metros... pero no, todavía no lo han implantado en los modelos sin 3G. Me queda la vana esperanza de que el hijo de la señora esté “apagado o fuera de cobertura” ya que lleva cinco minutos con el teléfono en la oreja y nadie contesta, bueno a lo mejor eran cinco segundos pero a mi me parecieronn cinco minutos o más. Entonces otra voz me saco de mi nuevo estado letárgico:
-Señor, ¿puedo ayudarle?
Un joven alto, fuerte y trajeado estaba a mi lado sonriéndome. Yo le miré, si hubiera llevado gafas de sol le hubiera dicho al oído y con voz afónica “haz que parezca un accidente”, pero no, no era un sicario, era un amable dependiente del ECI, así que le contesté:
-No, no muchas gracias.
-¿Quiere que le cobre la muñeca?- preguntó
-¿Qué muñeca?- dije yo algo extrañado
-Pues la que tiene en la mano.
Entonces levanté la mano derecha y vi a esa pobre Barbie, la estaba espachurrando y casi se le salían los ojos de las órbitas...
-No, no, no me la llevo gracias – le dije mientras le devolvía la muñeca y seguía con la vista y los oídos fijos en la señora.
En ese momento tuve otro sobresalto:
-¿CARLITOS?...¿CARLITOS, ME OYES? Oye mira que estoy en ECI, sí mirando lo de las niñas.... Que oye, que tienen dos barcos,... sí el que me has apuntado... que sí que es ese mismo... vale, vale, vale... ¿entonces que hago, me llevo los dos?...
Por favor Carlitos, para qué quieres dos barcos, acuérdate de Marx y el reparto de la riqueza...
-... venga vale, pues luego nos vemos, un beso – y colgó.
-Sí señorita, me llevo los dos.
El mundo se me vino abajo en un instante, vi pasar toda mi vida como si fueran diapositivas. Eran posiblemente los dos últimos “super barco de vacaciones de las polly pocket” que quedaban en el planeta y se los llevaba esa señora, los dos.
Permanecí inmóvil durante un buen rato, hasta que vi que la señora pasaba delante de mi con dos bolsas inmensas. Rodee la pila de "supercohes que te cagas de la Barbie" que tenía a mi derecha y la seguí a media distancia para no levantar sospechas. Al principio pensé que una caída inesperada por las escaleras mecánicas sería lo mejor, pero no soy muy de violencia gratuita, aunque este caso podría defenderlo ante un tribunal sin ningún problema. Quizás fuera más apropiado el método del cambiazo, chocarme con ella y en el volar de bolsas haberle cambiado el juego de construcciones del pequeño, que era más o menos del mismo tamaño, por el dichoso barco. Pero lo pensé bien, la señora era bastante menuda y yo con mis más de cien kilos estoy catalogado por la policía como “arma letal” en lo que a empujones se refiere.
Cada vez estaba más cerca de ella, casi podía tocarla con sólo estirar un brazo, entonces me puse a su lado, estiré el brazo y empujé la puerta. La señora se giró, me miró a los ojos y dijo:
-Muchas gracias hijo, que con tantos paquetes no se puede ni andar.
-Qué me va a decir a mí señora. –le contesté resignado
Entonces fue cuando pasé de treintaycinco a dos grados en menos de un segundo, y yo en camisa, el frió me hizo reaccionar. Cerré la puerta y me situé al lado del vigilante, dejé las bolsas en el suelo y me puse jersey, cazadora y mochila. El vigilante me miró y me dijo sonriendo:
-Navidad...
-Sí, dulce Navidad –le contesté sonriendo también.
Y me fui para casa sin barco y con viento fresco, nunca mejor dicho.
¡FELIZ NAVIDAD A TODOS/AS!