ali babá
02/01/16, 00:32:58
AQUELLOS NIÑOS DE MERZOUGA Y JAMES TAYLOR
Hace ya cinco o seis años, estaba con un amigo en el área de Merzouga, acompañándolo, porque se empeñó en hacer fotos nocturnas y yo pasaba del tema. Fue en pleno invierno, después de ponerse el sol. Paramos el 4X4 en un lugar propicio y cuando habíamos instalado el equipo apareció un grupo de niños, de entre seis y diez años, que se acercaron a curiosear, y no paraban de hacer comentarios e ir de un lado para otro, ayudados por una pequeña linterna. Con el fin de entretenerlos y que se estuvieran quietos y callados, se me ocurrió sacar una pequeña radio-USB y ponerles música, por medio de un pendrive. Llevaba varios, pero opté por algo tranquilo, viejas baladas y cosas así. A cambio apagaron su linterna.
Al principio se callaron todos y se pusieron a escuchar con atención. Pasado un rato hacían algunos comentarios en voz baja, pero sin moverse apenas. En un momento determinado comenzó a sonar You've Got a Friend, versión de James Taylor, y se hizo un silencio absoluto. Me di la vuelta cuando acabó, porque mi amigo hizo un impasse en las tomas. Encendí entonces mi linterna y me quedé impresionado. Todos los niños estaban como transportados, por la expresión de su rostro, y a algunos les corrían las lágrimas por sus mejillas. Entonces corté la música y les pregunté porqué les había gustado tanto. Lo hice a través de dos de ellos, que chapurreaban el español y el francés, aprendidos de los turistas. Ante su respuesta me emocioné. Aunque no entendían una papa de inglés, interpretaron que era una canción dedicada a los niños, como una especie de nana, y que la persona que la cantaba quería mucho a los niños. Sin saber qué decir, por unos momentos no pude soportar mi emoción, y también se me saltaron las lágrimas.
Uno de los “intérpretes” me pidió que le dejase el pendrive, para que se lo grabara un familiar. Se lo di y en menos de dos horas estaba de vuelta, en una vieja bicicleta. James Taylor llegó hasta sus corazones y sus corazones llegaron a mí. Esos niños que viven en la pobreza son lo más agradecido del mundo, necesitan de todo y se conforman con nada. También necesitan que se ocupen de ellos y, especialmente, necesitan que los quieran.
Hace ya cinco o seis años, estaba con un amigo en el área de Merzouga, acompañándolo, porque se empeñó en hacer fotos nocturnas y yo pasaba del tema. Fue en pleno invierno, después de ponerse el sol. Paramos el 4X4 en un lugar propicio y cuando habíamos instalado el equipo apareció un grupo de niños, de entre seis y diez años, que se acercaron a curiosear, y no paraban de hacer comentarios e ir de un lado para otro, ayudados por una pequeña linterna. Con el fin de entretenerlos y que se estuvieran quietos y callados, se me ocurrió sacar una pequeña radio-USB y ponerles música, por medio de un pendrive. Llevaba varios, pero opté por algo tranquilo, viejas baladas y cosas así. A cambio apagaron su linterna.
Al principio se callaron todos y se pusieron a escuchar con atención. Pasado un rato hacían algunos comentarios en voz baja, pero sin moverse apenas. En un momento determinado comenzó a sonar You've Got a Friend, versión de James Taylor, y se hizo un silencio absoluto. Me di la vuelta cuando acabó, porque mi amigo hizo un impasse en las tomas. Encendí entonces mi linterna y me quedé impresionado. Todos los niños estaban como transportados, por la expresión de su rostro, y a algunos les corrían las lágrimas por sus mejillas. Entonces corté la música y les pregunté porqué les había gustado tanto. Lo hice a través de dos de ellos, que chapurreaban el español y el francés, aprendidos de los turistas. Ante su respuesta me emocioné. Aunque no entendían una papa de inglés, interpretaron que era una canción dedicada a los niños, como una especie de nana, y que la persona que la cantaba quería mucho a los niños. Sin saber qué decir, por unos momentos no pude soportar mi emoción, y también se me saltaron las lágrimas.
Uno de los “intérpretes” me pidió que le dejase el pendrive, para que se lo grabara un familiar. Se lo di y en menos de dos horas estaba de vuelta, en una vieja bicicleta. James Taylor llegó hasta sus corazones y sus corazones llegaron a mí. Esos niños que viven en la pobreza son lo más agradecido del mundo, necesitan de todo y se conforman con nada. También necesitan que se ocupen de ellos y, especialmente, necesitan que los quieran.