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Hoy he llegado a casa y me ha recibido mi hija de 3 años toda contenta. Ha ido con su madre a comprarse unas sandalias y en la zapatería le han regalado una cámara de fotos (de usar y tirar, claro).
Y aunque le costaba hacer rodar el carrete con sus deditos, se ha puesto como una loca a hacerme fotos, imagino que como venganza por las miles con las que ha sido acribillada durante estos últimos tres años por el pesado de su papaito.
Nunca pensé que fuera a tener una cámara tan
Las buenas fotos son como las buenas canciones, que suenan estupendas con unos grandes arreglos, pero que se tienen que poder defender con sólo la voz y una guitarra.