Historias de interés humano relacionadas con la fotografía. Cosas curiosas.
Escribiendo en otro hilo se me ha ocurrido abrir este. La intención es que contemos historias de interés humano que tengan que ver con la fotografía, anécdotas curiosas que os sucedan u os hayan sucedodo fotografiando, o por ser fotógrafos. O aquellas, que relacionadas con la fotografía, conozcais por cuakquier via.
Siempre he dicho que los fotógrafos somos turistas de infantería. Que queremos observar, empaparnos de lo que nos rodea y si podemos, participar de ello. Que buscamos mostrar algo más que un paisaje o una combinacion de colores. Que en nuestras imágenes tratamos de expresar un sentimiento.
A veces ese sentimiento es más fuerte que nosotros.
Eso es lo que me gustaría que contáramos en este hilo y si es posible, que las acompañaramos de imágenes.
-- Va la mia por delante:
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A las dos de la madrugada, mientras tomábamos una cerveza en mi terraza favorita en Bangkok, se nos acercó la niña de la foto. La sonrisa abierta y contagiosa, los ojos tímidos y alegres, las manitas sujetando con la suavidad que solo pueden tener los niños su ramito de flores y colgando del brazo, los collares de jazmín. “Twenty Bath” decía, mientras ofrecía una de sus rosas.
Disparé a “tenazón” la foto y le compramos todas las rosas y los collares de jazmín, bajo la condición de que se fuera a dormir.
La misma escena se repitió dos o tres noches más. Así que empezamos a conversar y a compartir la cena cada noche. Así fuimos sabiendo que tenía 6 años, que acudía diariamente a la escuela pero que en esa época había vacaciones y que cuando empezarán de nuevo las clases ya no podría vender sus flores cada noche y que solo saldría los fines de semana.
Aquella niña tiene hoy diecisiete años. Como buena tailandesa, siempre sonríe. Sonríe con la misma sonrisa sincera que aquella noche, hace 11 años, nos robara el alma.
Pronto, como cada día, volverá a casa desde el colegio. Y como cada día, me dará un beso y me dirá “hola papi, luego vamos a recoger a mamá”.
Ella no notará nada, pero todo volverá a oler a jazmín. Subirá a su cuarto y me dejará soñando aquella noche, los ojos fijos en la carita que me mira desde la pared del salón, y pensando, una vez más, que es la mejor foto que nunca he hecho y que nunca podré hacer una mejor.