A pesar de no ser un espacio precisamente pequeño, todas las urnas allí depositadas, formaban una sala en exceso abigarrada. Estuve, curioseé, hice unas pocas fotos y me dije, luego vuelvo... Entre unas cosas y otras, lo grande que es la isla y la luz tan maravillosa que la bañaba al atardecer, que nada, luego ya no regresé. Como curiosidad para los aficionados a la Música Clásica, entre los que me encuentro, en este espacio durante mi visita sonaba una pieza de piano creo que de una de las sonatas de Beethoven. La 1ª vez que visita la isla allá por el 2005, en el mismo sitio, la pieza era de Rachmaninov, el maravilloso 2º movimiento del
Piano Concerto Nº 2. Afortunadamente en esos momentos, no había ningún turista, de esos que tanto les gusta molestar y llenarlo todo con su ruidosa presencia, o la de su móvil.