La fotografía en colores es bastante más antigua de lo que la gente se imagina. Y se basa en el mismo fenómeno que utiliza el ojo humano para "reconstruir" colores. Sergio (hijo de Miguel) Prokudin-Gorsky retomó los trabajos de James Clarke Maxwell (1855) quien los demostró años más tarde. Las virguerías tecnológicas de entonces no estaban para alardes y la cosa no cuajó. En uno de sus viajes a Alemania (1902), entró en contacto con Adolf Miethe y allí aprendió sobre la sensibilización de la fotografía en color.
Sergei se recorrió Rusia (incluídos parajes prohibidos) en un vagón cedido por el propio Zar dotado de cuarto oscuro y lo que es mejor, permisos y perras para ello.
Sergei puso en práctica un sistema de tricromía aditiva consistente en tomar tres fotografías con tres filtros. Como aún no estaba desarrollado el proceso de impresión en color, recurrió a la técnica de foto-cromoscopia. Es decir proyectar las fotos tomadas con el filtro correspondiente. Eso es más o menos lo que se hace ahora con los procesos de impresión en color en donde el ajuste de los litos es crucial.
Dicho así, parece hasta sencillo, pero...estamos hablando de primeros del siglo pasado.
No hemos dicho que Sergei era un hombre acaudalado. Llegó a ser Director gerente de una empresa metalúrgica cerca de San Petersburgo hasta lo del octubre rojo y terminó exiliado en París en donde falleció en 1944. Justo un mes después de la liberación de la capital francesa. Con su socio Maksimovich, vendieron patentes de fotografía en color en Inglaterra, Alemania, Francia e Italia
(spasibo, Wikipedia)
Una cámara con unos cristales, un chisme para sujetarla, otro para suavizar sombras y ganas de aprender desde 1972 en que me compré una Minolta SR7.
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