Al curandero ese hay que darle una medalla, asignarle un intérprete de ingles a catalán, y mandar a los dos como asesores en COVID-19 a los EE.UU. Así Trump puede centrarse en el follón que tiene liao allá y dejar el COVID-19 en manos de profesionales. Concretamente en manos del intérprete que será el único profesional de los tres.
Coñas aparte. El curandero ese no tiene remedio, es un caso perdido, no se si tenemos alguna isla libre a donde mandarle. Quizás haya sitio en Perejil.
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