¡El Museo Nacional de Arte Romano!
Tú entras allí, los vigilantes te dicen que han soñado contigo (eso me ha pasado hoy), las trabajadoras del Museo te dan un abrazo bien grande, el director te planta dos besos y te mira con cariño, te detienes ante la estatua de Ceres, haces fotos (argh, había demasiada luz en unas partes y demasiada poca en otras y yo NO SÉ manejar la luz aún), te ríes...
Y eres feliz.
MUY feliz.







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