Todo se reduce a nuestro miedo a morir...

[uninho]

Era de noche pero no era tarde. El cambio de hora hace que el día se vaya más rápido pero, ¿acaso eso es un problema? ¿El lugar? En medio de una rotonda en una zona industrial de una isla, Gran Canaria. Éramos 3 personas: la modelo, el ayudante y un servidor, el fotógrafo. Después de haber realizado las fotos suficientes del proyecto que nos llevó a esa situación, comenzó una charla amena. Yo, sin darme cuenta, tenía la cámara y el flash encendido. Esa conversación amena pasó de tema en tema y se acabó hablando de seres queridos, que están y no están. La modelo bajó la mirada mientras nos contaba una pequeña anécdota, en parte alegre, en parte triste. En ese momento, tenía la cámara muy cerca de la cara, así que mire por el visor, enfoqué, reencuadré y disparé. El ayudante y la modelo me miraron sorprendidos después del fogonazo del flash. Yo levanté la mirada cual perrito después de haber hecho algo malo, a lo que acudieron risas, lo cual salvó esa conversación extraña.
Mi sorpresa al llegar a mi casa fue esta imagen, en la que recojo, en un mismo gesto entre los cabellos de la modelo, casi inapreciable, dos sentimientos en uno: alegría y tristeza.

Siento el textazo, pero tenía que poneros en situación. Espero que os guste, que me comentéis y que me critiquéis de forma constructiva, como siempre.
Un saludo y gracias a todos.

[Jorge VI]

Si eta toma forma parte de tu vida, la doy por muy buena. saludos

[uninho]

Muchas gracias Jorge VI. A mi la foto me encanta, porque estaba en el momento justo en el lugar adecuado. Y ya me doy con un canto en los dientes.

Gracias por pasar y tomarte unos minutos para comentar. Saludos.