Se sabe que, cuando miramos una imagen, nuestra vista empieza a leerla por la izquierda, y sigue hacia la derecha. No la vemos de una vez, sino que la recorremos con la mirada. Gracias a esta característica, no percibimos de la misma manera la parte izquierda de una foto que la derecha. Es decir, tienen pesos diferentes a la hora de componer la imagen.
Normalmente, si un objeto está ligeramente desviado del centro hacia la izquierda, nuestra vista lo tolerará mejor que si esta misma desviación es a la derecha. Y no solo esto, sino que todos los elementos de la imagen varían su peso en la composición según donde se encuentren.
Para ver la importancia de esto en composiciones complejas, utilizaré el mismo ejemplo con el que me lo enseñaron a mí: El triunfo de Baco o Los borrachos, de Velázquez.
Esta es la pintura colocada normalmente:
Podemos observar que el centro de atención es claramente el dios Baco. Incluso está más iluminado que el resto, parece inevitable que la vista acabe centrada en él.
Esta es la pintura volteada horizontalmente:
De pronto la escena ha cambiado. El dios sigue estando muy iluminado y reclama nuestra atención, pero al final la vista se acaba yendo a la cara del borracho del medio. Él es el protagonista de la escena.
Así que ya sabéis. La próxima vez que tengáis delante una foto que no acabe de convenceros de composición, probad a darle la vuelta, puede que os llevéis una sorpresa. Siempre que no haya letras ni nada que delate el cambio, o que no tengáis por qué ser fieles con la "realidad", a nadie le importará la diferencia.
Marcadores