Os voy a contar lo que me ha pasado. Principalmente para que no le pase a nadie más. Lo primero de todo explico la situación. Trabajo en una emisora de radio y al mismo tiempo soy corresponsal de deportes en un períodico provincial. Ayer nos tocaba cubrir un partido de Segunda División B y como el técnico de sonido está de vacaciones me tocó quedarme en el estudio a controlar los aparatos de emisión. Por lo tanto, el que tuvo que ir al campo de fútbol fue un compañero mío. No muy versado en cuestiones fotográficas. Pero como las fotos son necesarias, tanto para la página web de la emisora como para (evidentemente) el diario, pues le dí mi negrita con papa copito montado en modo deportes para que hiciera lo que buenamente pudiera. Lo que buenamente pudo hacer el chico fue llegar, dejar la lowepro abierta en la mesa de la cabina de prensa.... media vuelta... y Zas! papa copito de cabeza al suelo. Resultado, que en la redacción tuvieron que utilizar fotos de archivo y yo que me encontré un chaperón de cuidado. (Si vierais la cara del chico cuando me dijo: -No te preocupes que yo te pago uno nuevo ¿cuanto cuesta? Cuando le dije 1.200 euros, casi le da un ataque)

Cuando cayó la cámara lo hizo con el 70-200 f2,8 por delante (pesa mucho mas y arrastró al resto de la cámara) la caída fue de aproximadamente un metro, pero el filtro UV de protección quedó hecho migas. Y menos mal que lo tenía puesto. La rosca del filtro quedó deformada en la rosca del objetivo. Y no había quien sacara el aro del filtro, los cristales los tuve que retirar cuidadosamente para no cortarme y para que no se rayara la lente frontal. Al final tuve que sacar el filtro sujetando el objetivo con unos sargentos acolchados y doblar con tenazas y alicates la chapita circular del filtro porque no había quien lo sacara. Sorprendentemente a dicha lente frontal no le ha pasado absolutamente... nada! Bendita sea Hoya y sus filtros UV. Vamos a lo que vamos. Antes de quitar la rosca del filtro, me preocupa mucho la lente frontal, que estaba llena de astillas, polvillo y fragmentos de cristal del filtro. Así que fui rapidamente al servicio a poner la lente bajo el grifo. Total, es un objetivo de la gama L, se supone que están sellados... bla bla. puse el objetivo de lado, es decir, el chorro de agua no le dió directamente sino casi salpicando. Los restos de cristales salieron sin problema. pero al quitar el objetivo del lavabo y ponerlo boca abajo me di cuenta de que salió mucha menos agua de la que tendría que haber salido.... Segundo horror del día. había entrado agua, pero mucha agua dentro del objetivo. Ni que me hubiera sumergido con él en el atlántico. Claro, en cuanto salí del servicio me fui directamente quitar la rosca del filtro. Tras la operación quirúrgica, que me llevó aproximadamente tres cuartos de hora (aunque logre hacerlo sin tocar la lente fronta, ufff). Y ya libre de elementos destruidos regresé a mi habitación y allí, evalué el alcance del incidente acuático. El agua no solo había entrado un poco, sino que una vez dentro había traspasado el primer grupo frontal, el segundo que es el de enfoque, e incluso había llegado hasta el tercer grupo que es el que cambia la distancia focal. De inmediato coloqué el objetivo frente a un secador de pelo a potencia mínima (no se sí el calor le hace mal a las lentes, así que no me arriesgue a chamuscar nada). Tras seis horas de secado con el objetivo rodeado de bolsitas de silica gel y el secador a unos 40 centímetros sujetado por cajas de cartón (parece que estaba incubando una especie de alien) di por finalizados los trabajos de recuperación. tras limpiar concienzudamente con pincel, líquido especial de lentes, toallitas y gamuza hama. Llegué a los siguientes resultados.

- El objetivo aguantó realmente bien. Del golpe ni se inmuto, ni un milímetro doblado. Y tras la operación con alicates y tenazas solo cometí un ligero error y le hice una muesca inevitable en el borde metálico negro.
- Quedaron marcas de evaporación en el tercer grupo óptico. El más alejado del exterior.
- De no ser un objetivo L (todo metal) se hubiera abierto como una nuez al caer la cámara.
- De no ser un objetivo L (todo metal) se hubiera explotado en la operación de extracción de la rosca del filtro.
- De no ser un objetivo L (bla bla) se hubiera deshecho completamente tras 6 horas de secador.
- Al ser un objetivo L debería haber funcionado el sellado famoso contra las inclemencias temporales.

Esto me escamó mucho. Pues tarde más en arreglar (y no del todo) la inundación que el desaguisado del filtro migado. Así que me puse a investigar, y en la página DPreview, así como en varias otras indican:

Todos los objetivos Gama L tienen sellado especial de goma en junturas y anillos. Es decir nunca entrará polvo o agua en pequeñas cantidades por los anillos de zoom o enfoque. Pero atención!!! Solo los siguientes objetivos gama L están diseñados para su íntegra estanqueidad. Con recubrimientos especiales en el grupo frontal y banda de goma en la bayoneta del objetivo.

# Canon EF 16 - 35mm F2.8L USM
# Canon EF 70 - 200 mm F2.8L IS USM
# Canon EF 300mm F2.8L IS USM
# Canon EF 400mm F2.8L IS USM
# Canon EF 400mm F4.0 DO IS USM
# Canon EF 500mm F4.0L IS USM
# Canon EF 600mm F4.0L IS USM

Es decir, no confieis tanto en el "sellado" de los objetivos L, que no son la repera. Yo he probado mi 70-200 f2.8 en un partido de fútbol a la intemperie, 4 grados de temperatura, aguanieve a raudales, se fue la luz del campo, mi teléfono móvil murió ahogado... y el objetivo se comportó como un valiente, ni un fallo, ni se empañó cuando llegue a casa. Y luego resulta que no aguanta ni quince segundos al lado de un grifo abierto. Lo que son las cosas, cuidado chicos. que yo ahora tengo que pagar la broma en Serfoto para que me desmonten y limpien el objetivo para evitar los hongos que seguro que me saldrán si no lo reviso.

Perdón por el tostón, lo hago para advertencia del personal.

Un saludo.